El mico león dorado es uno de los símbolos de la biodiversidad brasileña. Endémico de la selva atlántica de Río de Janeiro, se distingue por su magnífico pelaje anaranjado y brillante.
En la década de 1970, la especie estuvo al borde de la extinción, con apenas unos cientos de individuos. Hoy en día, poco a poco ha recuperado su lugar en la naturaleza y puede observarse en algunas reservas protegidas de la Mata Atlántica.
Encontrar a este pequeño mono raro en su hábitat natural es una experiencia inolvidable, que nos recuerda la importancia de preservar los ecosistemas
A solo dos horas de Río de Janeiro, la Reserva Ecológica de Guapiaçu (REGUA) es un inspirador ejemplo de conservación de la naturaleza. Fundada por la familia Locke en las tierras de la antigua Fazenda do Carmo, hoy protege una vasta zona de bosque atlántico.
Con más de 470 hectáreas restauradas y 485 especies de aves registradas, REGUA atrae a investigadores, estudiantes y amantes de la naturaleza de todo el mundo. La reserva trabaja en reforestación, reintroducción de especies en peligro como el tapir y el mutum-do-sudeste, y en programas de educación ambiental para jóvenes locales.
El Pico do Papagaio, ubicado a 982 metros sobre el nivel del mar, es uno de los puntos más altos de Ilha Grande, cerca de Río de Janeiro. Accesible por una caminata de aproximadamente 6 horas ida y vuelta, ofrece una vista panorámica de la isla y la bahía de Angra dos Reis.
La caminata, que comienza en Vila do Abraão, atraviesa un denso bosque y requiere una buena condición física debido a su significativa diferencia de altura. Se recomienda salir temprano por la mañana o temprano por la noche para evitar el calor y, si es posible, estar acompañado por